viernes, 5 de diciembre de 2014

"EL YESO CON EL QUE CONSTRUIR UN FUTURO"

fragmento del libro 

"VOCES DE INTERIOR Y LO QUE LA PIEL RESPIRA"





Un gesto, un abrazo, una palabra a tiempo.  Un “te quiero” sin razón aparente, un pellizco en el alma provocado por una intensa mirada, por un guiño de ojos azules como el suelo del mar Caribe.
Un arranque de celos infundados, una palabra de calma y un sentimiento cómplice compartido. La necesidad de tenerte y no hallarte al mismo tiempo. Una tierna caricia en el aire y empujada con tesón por el corazón enamorado, señalándole con especial intensidad su único destino.
La noche enferma de amor, febril de deseo y de la compañía de aquella que aún no llega. Amaga con estar ahí y no se presenta, cuando tanto lo desea ella y lo anhela quien también le espera a diario.
Esa flor de amanecer que abre sus puertas al aroma de ese cuerpo que ahora mueve los párpados, indagando, preguntando por el amor de su vida, rememorando la íntima vivencia de una noche atravesada por virulentos dardos de pasión y saetas de deseo infinito.
Un rostro sin barba enfrentado a una cara suave y bonita, como un espejo con dos enveses de la misma tela, del mismo ropaje. Un suspiro desatado que se pega al techo y que no pudiendo escapar de su encierro, reverbera por entre las paredes y muebles de la habitación blanca y a menudo opresiva.
Esa foto adorada que nos traslada a otro mundo, a otro lugar en el tiempo y en el espacio, a otra compañía que se aferra con tanta necesidad a nuestro corazón como nosotros al suyo.
Un beso regalado y prendido en el pelo, como un enganche de té verde con menta que hace de tu momento, el mayor de los placeres, se convierte en tuyo para siempre y te entregas a su corazón para los restos.
Un anillo imaginario de fe ciega, una espita que yace abierta para el fluir de los deseos por cumplir, de las renuncias de tiempos pasados y dolorosos por otros presentes y futuros que son ahora la verdadera fuente de vida y felicidad que se persigue, con tanto énfasis que a menudo duele por su tardanza.
Un corazón dibujado en la pantalla, un par de muñecos acostados y abrazados en la misma cama, un rayo de amor atravesando un paquete de regalo, un helicóptero con pasajera única que atraviesa el océano en pos de su amor amado.
El yeso con el que construir un futuro lo conforma todo esto, amasado con las manos de ambos, sazonado de sueños y estrellas alcanzables que son regaladas en noches de nostalgia y ternura, de acompañamientos etéreos a lo largo de la espera, de esperanzas cumplidas y besos robados al enemigo de la distancia, a la soledad que a menudo agobia y desespera a quien la padece.
El material con el que se conforman los sueños, es el yeso con el que se construye el futuro que tanto se anhela.

          
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