sábado, 11 de julio de 2015







Fragmento del libro

EL REINO DE       AKABA




—En estas tierras tan áridas ―aseguran quienes saben mucho de esto― se halla la entrada al Reino de Helheim. Este reino pertenece al mundo de los muertos, como tú ya sabes, y aquí, a diferencia del Valhalla, dónde descansan la mitad de nuestros guerreros y nuestros héroes más aclamados, moran y vagan por contra y para siempre, aquellos seres fallecidos e inermes sin ningún acto heroico en su haber, sin posibilidad de disfrute alguno de los placeres inherentes al Valhalla. No debemos detenernos aquí más tiempo que el imprescindible. Deberemos llegar al mar con la máxima rapidez posible y abandonar de inmediato este peligroso lugar. Dejaremos pues el campamento tal y como está y en cuanto acabemos la comida reemprenderemos sin dilación la marcha.
Fue decir esto y otro profundo cosquilleo me recorrió la espalda. Freya, al momento, señaló con su dedo al frente mientras su rostro endurecía el gesto. Al hacer visera con mi mano e impedir que me atravesaran los ojos los últimos rayos de sol vivos, logré percibir a lo lejos y aprovechando el contraste que me brindaban las últimas luces del ocaso, un grupo de siluetas que se movían en dirección nuestra, figuras que simulaban el caminar de los hombres pero que realmente no parecían serlo. Las aún sombras se desplazaban unas veces erguidas y otras se echaban al suelo, caminando a cuatro patas como si de animales se tratara. Se iban dando empeñones y manotazos los unos a los otros y desde luego, más pronto que tarde repararían en nuestra presencia. Ahogamos de inmediato la hoguera con paletadas de tierra, aunque no confiábamos del todo en que lo hubiéramos hecho a tiempo.

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