sábado, 4 de febrero de 2017

UNA ESPERA MÁS, UN DÍA MENOS

"Amanece el día, el alba me descubre despierto y ensimismado, observando fijamente el blanco techo de la habitación...

Intento pestañear y no puedo, no quiero, la imagen que veo reflejada en la escayola me fascina y me lo impide al mismo tiempo. Es su rostro perfilado, son sus formas tan amadas.


Logro pasar las manos por mis ojos y me doy la vuelta en la cama. 

Miro indolente en dirección a la mesilla de noche y observo la roja luz de los números del reloj. Aún es hora de brumas y de descanso, más yo no puedo conciliar el sueño, no pude hacerlo de hecho en toda la noche.
Una leve sonrisa me invade pero nadie la ve, su grato recuerdo planea por la habitación y sé que sus suaves manos y sus ojos azules y cristalinos me acariciaron entonces y me observan ahora con especial detenimiento. 
Sé que está aquí conmigo, sé que se encuentra tumbada a mi lado, con sus largos y bellos cabellos flotando en mi hombro y con su fino mentón clavado en mi espalda. Su brazo izquierdo cuelga por encima mío abrazando mi estómago, sus rodillas se acoplan a mis corvas y su terso vientre se hunde en mi espalda, el calor tan agradable que fluye de su cuerpo, me embriaga y me envuelve.
Es en estos momentos de ausencia cuando más determino lo que ella significa para mi. Es en estos momentos de quietud laxa, de tenue luz en la habitación, cuando comprendo el verdadero alcance que tiene el hecho de su existencia, cuando la certeza de su llegada a mi, me marca con fuego y lanza el corazón y el deseo que nunca tuve a bien obtener antes en mi vida.
Sé cuánto la amo, sé cuánto me ama y la distancia y la espera la distancia y la espera son solo unos duros y pedregosos vados, una pesadilla que a menudo parece insalvable pero que en realidad no lo es, para nosotros no lo será nunca.
Doy otra vuelta en la cama y miro hacia el otro lado, observo el espacio que un día de estos ella lo ocupará de verdad y entonces seré yo quien deje su brazo derecho caer protector hasta su estómago y lo abrace, que clave dulcemente las rodillas en sus corvas y beba su cabello a grandes sorbos, que una mi vientre a su cuerpo y sienta deslizarse a través mío el intenso escalofrío del amor y del deseo, al sentir su piel de mujer cálida y sensual invadiendo la mía, su turbador y desprendido calor femenino envolviendo mis sentidos. 
Aún no es hora de salir de la cama, estoy a gusto, estoy acompañado, mi amor me entretiene y me ayuda a soportar paciente y tranquilo otro día más sin ella. 
Cuando al final me levante del lecho, comprobaré feliz que se trata verdaderamente de un día menos de espera.
                                                                                                                                                                         copyright©faustinocuadrado